Tuesday, July 29, 2008

Altanoche: renovarse sin perder esencia*
tomado de Altanuit
A Víctor Hugo no le gusta trabajar en equipo. Prefiere andar por la libre, solo y su alma de editor, convocando a una pléyade de colaboradores a los que da la tabarra por e-mail o en la cantina para que cumplan con el cierre de edición: esa enigmática fecha, sujeta a los caprichos del presupuesto. Y la fórmula egoísta y mesiánica de la que echa mano le ha dado resultado al director de Altanoche.¿Cómo consigue este quijotesco editor que, al final del día, y sin un quinto de por medio, respondamos los convocados a sus apetencias y terminemos escribiendo lo que los años, Dios, el diablo, la escuela de letras o el taller de casa de cultura nos dan a entender? Bueno, yo diría que no se trata de ningún especial encanto ni de glamur ni trascendencia. Más bien es la conjura de la tozudez de aquellos que no tienen nada que hacer y de un amor a las causas perdidas que, de tan perdidas, terminan por encontrarse.Las revistas especializadas de cualquier índole, pero más las culturales, nacen con el epitafio en la contraportada. Hablar de una docena de números, de un año de existencia suele ser motivo de dicha para propios… de los extraños no sé.Hablar de un número 34 y ya mero los cuatro años suele ser motivo de envidia para los propios y tal vez para los extraños.Como sea, Altanoche nos convoca una vez más en torno a lo que probablemente nos guste más a los aquí presentes: leer y escribir. Sin pretensiones, sin poses, con el cinismo tierno de los que en esto andamos, con la piel dura y la humedad de la noche, con las ganas de celebrar bajo el mejor pretexto de todos los posibles, una publicación inteligente, equilibrada y austera en este Hermosillo modelo Expogan.Hay que ser un poco camaleón en el negocio de editar. Escapista, pendenciero y elástico. Víctor Hugo Barrera, con este Altanoche 34, ha sabido reinventarse y evitar que se le agote la fórmula. Sin perder esencias, el reciente número huele a nuevo, a fresco, a lluvia de verano.Viejos y fieles conocidos se asoman en el índice con la garantía que implica su persistencia: José Abril (que no sólo conoce de cine si no que sabe escribir de cine); el mito de Paco Luna (el verdadero ha de andar cazando ballenas en Alaska); Carlos Sánchez y su dolor constante o Manuel Llanes (que ha aprendido a reír en Madrid). Pero también firmas nuevas que se adentran en las tinieblas con lámparas que quieren deslumbrar tanto bochorno: Magdalena Frías en la reseña, Silvia Arvizu en el cuento, y Liliana Chávez o Rafaela Fontanot en la crónica.Para el reciente Altanoche que estrena saco y corbata (un saludo a los erotizantes diseñadores), Víctor Hugo Barrera salió a la caza de esos ejemplares norteños obsesionados con el norte, y domesticó plumas de Tamaulipas, Nuevo León, Baja California, Durango y Texas, con lo que se abre el panorama para dejarnos un dulce sabor cosmopolita.Dos apuntes para terminar: el inquietante suplemento La tarántula que devora metáforas, el testimonio agradecible de que la poesía es origen, génesis y laboratorio de lo que viene.Y el otro apunte, el comercial, el vanidoso: circulen Altanoche, hablen de Altanoche, recomienden Altanoche. Vale la pena que entre todos ayudemos a conservar un espacio digno y escaso. Una publicación que además nos brinda ocasiones para alimentar el ego de nuestras cirrosis.
*Texto leído por Imanol Caneyada en la presentación del número 34 de la revista cultural Altanoche.

2 comments:

víctorhugo said...

Gracias Pina.
Imanol edita el Perfiles a partir de este domingo.
Echenle un vistazo.
Saludos

Pina said...

Sí, lo supe. Por cierto hoy Martín Contreras me envió un mensaje con varias fotos de las Españas ahora que terminó su curso en la Complutense.
Se ve muy sufrido. Por ahí publicaré una de sus imágenes.
Saludos,VH.

p.d.
Hoy se nos fue el Aura...